domingo, 23 de noviembre de 2014

Obra terrorífica adaptada.


DON JUAN TENORIO

PARTE II – ACTO II – ESCENA II

 

Juan y la estatua de Gonzalo versión terrorífica, by Carlos Quevedo de la Vega.

 

Juan se acerca al cementerio dónde descansa Don Gonzalo, el Comendador al que él mismo envió a la tumba.

Estatua: ¡Querido Juan! ¡Cuánto tiempo! No te imaginas las ganas que tenía de que llegase este momento en el que tú, mi asesino, apareciese por mi tumba…

Juan perplejo siente una corriente fría por todo su cuerpo y se da la vuelta lentamente.

Juan: ¡No es posible! (Gritó) Yo mismo vi cómo morías, no puedes estar hablando.

Don Gonzalo, la estatua, suelta una malévola carcajada.

Estatua: Así es. Durante todos estos años he estado preparando mi venganza contra ti y por lo que veo todo ese trabajo tendrá una recompensa ¡Tú mismo has caído en la trampa!

La tierra empieza a temblar, como si un pequeño seísmo se estuviese produciendo.

Juan: (mirando a su alrededor) ¿Qué es todo esto?

Estatua: Espera y verás. (con un brillo en los ojos que iluminaba aquella noche escura en el cementerio)

De repente se empiezan a quebrar las tumbas y zombis, esqueletos y todo tipo de seres horripilantes salen de sus tumbas.

Juan: ¡Ten piedad Comendador!

Estatua: ¿Quién te crees que eres para venir a pedirme ahora piedad? ¿Acaso tú la tuviste conmigo? ¿O con mi hija cuando la raptaste?

Los muertos se iban acercando.

Juan: Puedo entender que tengas sed de venganza, pero ¿qué opinaría tu hija si se enterara de que intentas matarme?

Estatua: Buena pregunta.

Un silencio incómodo se apodera del cementerio durante unos segundos.

Estatua: ¡Deteneos!

Los muertos se detuvieron y se quedaron como estatuas.

Juan: Veo que has recapacitado.

Estatua: De eso nada monada, esto lo vamos a solucionar preguntándoselo a ella.

A Juan se le cortó la respiración.

Juan: ¿Qué quieres decir?

Estatua: Está bien claro. Inés, hija mía, acércate por favor.

Juan no daba crédito, de detrás de una lápida salió una mujer con un vestido blanco y la cara llena de heridas y de tierra.

Inés: Cuánto tiempo papá, ¿Para qué me llamabas?

Estatua: Quería saber qué harías tu con Juan, si matarlo o no.

Juan miraba a ambos en busca de una respuesta a todo este extraño suceso.

Inés: Yo me encargaré papá. (Susurró a su padre)

De pronto cogió la mano de Juan y le llevo hacia dónde estaba su tumba. Juan pensó que era para dejarle libre y soltó un suspiro de alivio. Cuando éste menos se lo esperaba Inés le empujó y le encerró en su tumba.

Inés: ¿No me habías jurado amor eterno? Pues ahora es hora de que cumplas tu promesa y estés conmigo durante toda la eternidad.

 

FIN

1 comentario:

  1. Carlos, una versión del "Don Juan" muy correcta y aceptable, en la que se nota esfuerzo y dedicación, y no un ejercicio de creación con el que salir del paso. En ese sentido, muy bien. Ajustado además al argumento de la obra y con un respeto muy fiel a este aunque dejas volar la imaginación. A nivel de la expresión escrita está bastante bien, pero hay algunas cosas que no puedo dejar de mencionarte:

    -"Juan se acerca al cementerio dónde descansa don Gonzalo...": aquí sobra la tilde sobre "donde" porque no es exclamativo ni interrogativo ("¿dónde te has metido?").

    -Observa que, si dices, "Juan perplejo siente una corriente fría..." y no "Juan, perplejo, siente una corriente fría...", yo entiendo en la primera que hay un tipo que se llama Juan perplejo o algo así. No es lo mismo decir "busca el coche, que está en la sombra", que "busca el coche que está en la sombra", porque a lo mejor este no es tuyo y lo robas. (Chistaco.) Cuidado con las comas, en definitiva.

    -También cuidado con las comas a la hora de separar vocativos. En "¡ten piedad, Comendador!" y "cuánto tiempo, papá", te faltan las dos comas prescriptivas. ¿Por qué hay que ponerlas? Porque son vocativos, insisto: es decir, con ellas encerramos el nombre de la(s) persona(s) a la(s) que nos dirigimos en un diálogo, y se separan siempre entre pausas en el discurso oral y por comas en el escrito.

    No obstante, buen trabajo. Vas por el buen camino. Pero no descuides estas recomendaciones y comienza a aplicarlas para hacerlo perfecto.

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